En Marcha
Órgano Central del Partido Comunista Marxista Leninista de Ecuador
No. 1136
Del 19 al 25 de abril de 2002

Venezuela: Derrotado el golpe imperialista

En el documento de Santa Fe IV los asesores de Bush ya marcaban al gobierno de Chávez como uno de sus blancos. El odio imperialista cuajó en un golpe de Estado que fue derrotado por las masas venezolanas que, ante todo, desean soberanía y libertad.

Los recientes acontecimientos en Venezuela, que tienen como centro el golpe de Estado que preparaban hace rato los yanquis, las cámaras empresariales y la cúpula eclesial, encontraron su punto culminante en el levantamiento popular y de los oficiales jóvenes y tropas que restituyeron en la presidencia a Hugo Chávez y reactivaron la Asamblea. De lo ocurrido, hay sin duda lecciones que deben ir extrayendo los pueblos latinoamericanos para reforzar su unidad en la lucha contra nuestro enemigo común, el imperialismo norteamericano.

1. Un golpe pro-imperialista

Los yanquis venían desde hace rato realizando una ofensiva propagandística contra Chávez, la que era apoyada por la gran prensa de Venezuela y otras encabezadas por la CNN. El país virtual que se creaba, les permitía sobredimensionar a la oposición antidemocrática a la que se sumaron todos los beneficiarios de 40 años de gobiernos socialdemócratas y democristianos (AD y COPEI), los que se enriquecieron en medio de la corrupción, en la que fueron parte las burocracias sindicales.

El hecho de que Chávez no rompiera totalmente con las líneas económicas neoliberales, hizo que sectores populares y mayoritariamente medios, que no veían mejorar su situación de vida, cayeran en la trampa de esa oposición guiada desde Washington. Pero los golpistas se agruparon en torno a empresarios, obispos corruptos y unos altos oficiales que estaban dispuestos a vender su conciencia, todos con un discurso anti-cubano, anticomunista, de apoyo a potenciales incursiones contra la insurgencia colombiana y servil a toda expresión del imperialismo. Un programa salido de los manuales yanquis sin duda.

Desde fines del año pasado, cuando el gobierno emitió más de 49 leyes, entre ellas dos importantes de contenido nacionalista y democrático, como son la Ley de Tierras y la de Hidrocarburos, empezó la preparación del golpe ampliando la campaña de desprestigio internacional e iniciando acciones de calle para expresar la oposición. El plan incluyó una vergonzosa alianza entre Iglesia Católica, empresarios y dirigentes sindicales. Su carácter dictatorial y burgués quedó claro el momento en que Carmona, el mayor dirigente empresarial asumiera la "Presidencia" desconociendo a la Asamblea Nacional y demás organismos del gobierno constitucional, persiguiendo a los chavistas, cortando la entrega de petróleo a precio preferencial a Cuba, nombrando canciller a Rodríguez Iturbe, hombre del Opus Dei, y colocando a su decreto de posesión por encima de la Constitución.

Los yanquis dieron todo el apoyo a la preparación del golpe y, cuando éste se produjo, lanzaron toda la culpa de lo acontecido a Chávez, haciendo, como es su costumbre, culpable a la víctima. Ni una sola declaración de defensa a la democracia de la que se llenan la boca, ni un pedido de respeto a los derechos de los detenidos, solo muestras de satisfacción más directamente expresadas por el FMI y por funcionarios del Departamento de Estado.

Esta es la primera lección: los yanquis hoy se muestran nuevamente dispuestos a las dictaduras militares abiertas, a utilizar a los ejércitos de la región contra sus propios pueblos. Si el "Consenso de Washington" neoliberal hablaba de libre mercado más democracia, el nuevo Consenso de Monterrey dice libre mercado a toda costa. La diferencia con los años 70 es que ahora el golpe militar contaba con acciones de masas de respaldo y con el pleno acuerdo de los medios de comunicación y que las F.F.A.A., al igual que en otros países, se muestran fracturadas.

2. La hipocresía de los más

Los gobiernos de América Latina tardaron en reaccionar. La OEA, por su parte, se planteaba el viaje de su presidente, pero ninguna condena abierta al golpe. Incluso serviles más miserables como el Presidente de El Salvador se apresuraron a reconocer "el nuevo gobierno", cosa que ni los yanquis hicieron (seguramente por estar mejor informados de la reacción popular). Solo el presidente argentino rechazó el golpe, pero como quien se cura en sano sabiéndose él mismo un gobernante ilegítimo.

Lo principal, la llamada "Carta Democrática" firmada por todos estos gobiernos, no fue ni siquiera mencionada con seriedad para amenazar a los golpistas con la toma de acciones conjuntas para defender el orden constitucional.

Segunda lección ya conocida: se ratifica que esa Carta solo será usada contra insurrecciones populares y que la OEA es otro organismo útil solo para beneficiar a los yanquis.

3. El poder los medios

Se dice que 300 mil personas salieron a las calles contra Chávez. Los canales de televisión técnicamente hacían ver como que era algo mucho más grande y hablaban de ríos cada vez más grandes y fuertes. Más de 2 millones se habrían movilizado para derrocar a los golpistas, pero las televisoras privadas prefirieron transmitir telenovelas y hablar de breves disturbios.

Esos dos momentos grafican la acción de los medios de comunicación en manos de la burguesía pro-imperialista, pero mucho más importante fue la campaña de meses contra Chávez, apoyada en dudosas encuestas, que diariamente atacaban al gobierno y llamaban a derrocarlo. Muy sueltos de lengua decían que el gobierno ya no tenía respaldo, pero nunca fueron capaces de reunir firmas para llamar a un plebiscito, temerosos de que Chávez los ganara por séptima vez en una elección.

Los medios de comunicación, sin embargo, crearon una Venezuela virtual, llenaron sus espacios y el internet de mentiras, daban la imagen de que ocurría algo que no era real. Por eso, en las acciones populares, los periodistas de esos medios eran increpados o rechazados por el pueblo.

La lección, si alguien lo dudaba, es que esos medios, en Venezuela o Ecuador, no son independientes ni imparciales sino que son instrumentos de propaganda que logran, al menos en parte, que sectores populares se confundan y vayan tras banderas anticomunistas y anti-populares. Los medios son una fuerza generadora de convicciones, tan importante como las armas para mantener o tomar el poder.

4. El pueblo es quien decide

Son las marchas cada vez mayores de los habitantes de los barrios encaramados en los cerros de Caracas, que habrían llegado a dos millones, lo que dio también confianza a los militares para enfrentar a un grupo de generales traidores. Los sectores más empobrecidos no se quedaron a la expectativa (que es una forma de decidir que otros sean los que deciden), sino que tomaron la determinación de no dejar a la gran burguesía tomar el gobierno.

Ese pueblo, que entonaba con orgullo las notas del Himno Nacional venezolano que convoca al "pueblo bravo" a luchar por la libertad bajo los ideales bolivarianos, tendrá que dar muchas más batallas. Su situación empujó a muchos de ellos a realizar saqueos en almacenes de los ricos, porque aún falta mucho para que se vea la materialización de sus sueños de bienestar y justicia.

Que el pueblo es quien debe tomar las decisiones históricas en sus manos, es la lección clara. Junto a ello, que un pueblo unido y en lucha puede derrotar al imperialismo y sus títeres. Esto es muy importante para los pueblos andinos, que juntos formamos uno de los eslabones débiles de la cadena de dominación imperialista.

5. Nuestra solidaridad

Al igual que el conjunto de nuestro pueblo, compartimos la alegría de los trabajadores y pueblos de Venezuela que derrotaron un golpe reaccionario. La tierra del Libertador vuelve a dar clarinadas de acción popular libertaria que deberán ir mucho más allá. La situación presente pone al gobierno en la encrucijada de radicalizarse o ceder, como insisten los yanquis por todos los medios. Por eso es más importante la solidaridad popular con Venezuela y su pueblo, la solidaridad con Chávez y su gobierno.

Los yanquis, con el mayor de los descaros, pretenden que Chávez debe rectificar (es decir convertirse en sumiso), porque de lo contrario le amenazan con otro golpe. Por el momento, los reaccionarios quedan debilitados, pero la amenaza imperialista debe ser tomada en cuenta, porque tras esta batalla sigue planteada la guerra por el gobierno de Venezuela y el control de sus riquezas.

Contra el control informativo de la CNN y los yanquis, contra la propaganda burguesa, debemos oponer una amplia explicación de lo ocurrido en Venezuela y recabar la solidaridad con ese pueblo hermano que derrotó las pretensiones de Bush y sus títeres. Avancemos en la unidad antiimperialista para abrir cauces a las nuevas patrias que debemos construir conquistando el poder.

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