Resolución de la Conferencia Internacional
de Partidos y Organizaciones Marxista-Leninistas.
Santo Domingo, República Dominicana, 1996.

1) La crisis actual se inscribe dentro de la crisis general del capital financiero, cuyos efectos desastrosos se hacen sentir en todas las esferas tanto económica, política, social, cultural, etc. y en todos los países del mundo, sea cual sea su nivel de desarrollo.

2) Es una crisis de valorización del capital. Para mantener la tasa de ganancia, el capital destruye cantidades cada vez más grandes de fuerzas productivas y lleva a un grado cada vez mayor la explotación de la clase obrera, de las masas trabajadoras y de los pueblos. Esta destrucción de fuerzas productivas se traduce, en particular, en los altos niveles de paro, en la pauperización relativa y absoluta de la clase obrera y de las masas populares, en la liquidación pura y simple de sectores del aparato de producción, que no son capaces de garantizar una tasa de ganancia suficiente. Al nivel de los países menos desarrollados, ésta se traduce en el fenómeno de desindustrialización con consecuencias catastróficas para los trabajadores y los pueblos.

3) Ni la concentración ni la centralización del capital, que han llegado a un nivel jamás conocido, ni las posibilidades enormes que ha abierto la revolución técnica y científica pueden poner fin a la crisis. Por el contrario, ellas sólo agudizan las contradicciones del mismo sistema y llevan a un nivel más alto la concurrencia entre los monopolios y los estados imperialistas. La constitución de bloques económicos para garantizar a los monopolios mercados mayores, solamente ha incrementado esta concurrencia.

El hundimiento de los países revisionistas del Este europeo ha acelerado la lucha por un nuevo reparto imperialista, de la cual la primera manifestación sangrante ha sido la guerra de Golfo Pérsico. Esta lucha interimperialista sigue manifestándose a través de los conflictos que sacuden zonas estratégicas en África, en los Balcanes, en el Medio Oriente, etc. Ellos no tienen otra salida a la crisis actual que la agudización de esta concurrencia que puede degenerar en confrontaciones militares hasta una confrontación generalizada. Desde el punto de vista de la clase obrera y los pueblos, la salida es la revolución.

4) La tesis leninista según la cual vivimos la época del imperialismo y de la revolución proletaria sigue estando totalmente vigente, la crisis no puede ser superada de manera definitiva en favor de la clase obrera y de los pueblos sino por el triunfo de la revolución social del proletariado. Por eso, hoy como ayer, la alternativa sigue siendo la revolución.

5) Todas las políticas desarrolladas por el imperialismo, a pesar de su denominación buscan descargar la crisis sobre las espaldas de la clase obrera y de los pueblos. Son políticas reaccionarias y conservadoras que sólo tienen el nombre de liberales.

6) La división internacional del trabajo se plantea hoy a escala mundial. Los conceptos de "globalización" o de "mundialización" traducen el "diktat" de los más poderosos monopolios y de los estados imperialistas para obtener el libre acceso a todos los mercados para sus capitales y sus productos; para cerrar sitios de producción y trasladarlos a otro lugar, en función de las diferencias en la tasa de ganancia. Las instituciones supranacionales, como el FMI, el Banco Mundial, el G7, la Comisión Europea de Bruselas, etc., son los instrumentos de esta política.

7) Más monopolización significa más reacción, estados mas represivos en contra de la clase obrera y de los pueblos, una ofensiva redoblada en contra del comunismo y de manera más general en contra de las ideas de progreso. Ideologías abiertamente racistas y fascistas son promovidas para dividir la clase obrera y las masas.

8) La crisis del imperialismo tiene como consecuencia la crisis de los revisionistas y reformistas. Los unos, fuertemente sacudidos por el derrumbamiento de los países revisionistas, los otros privados de la referencia del modelo social demócrata del estado de bienestar. Ellos tratan de trasladar a los trabajadores, el movimiento obrero y sindical su propia desmoralización y ausencia de perspectiva. Es cierto que no han perdido su capacidad de dañar al movimiento obrero y popular, de llevarle posiciones reformistas. Pero, la tendencia general que se evidencia en el movimiento obrero y popular es a ganar autonomía respecto a los revisionistas y reformistas, a tomar en sus manos sus propias luchas, a radicalizar sus consignas y sus formas de lucha y de organización.

En Europa

Más concretamente, en Europa, la burguesía se ha creado un vasto mercado, no solamente para la vender sus mercancías y mover sus capitales, sino también para organizar la concurrencia de la fuerza de trabajo. Las instituciones supranacionales dictan sus leyes, en especial, a los estados más débiles. La realización de la Unión Europea sirve, en primer lugar, al imperialismo alemán que ha tomado el rango de potencia dirigente en Europa. La Unión Europea es un instrumento de la lucha para la concurrencia entre las potencias europeas, los Estados Unidos y Japón. Es también un instrumento de opresión imperialista contra los pueblos. Este último aspecto se expresa a través de las intervenciones militares cada vez más frecuentes de los estados europeos, especialmente en contra de los pueblos de África.

La apertura de las fronteras de Europa se traduce en la liquidación de numerosos puestos de trabajo, en una competencia más aguda entre trabajadores y desempleados, en la caída drástica de los salarios, en la intensificación del trabajo y en la liquidación de las conquistas sociales. La clase dominante utiliza las condiciones que ella misma ha creado para atizar el chovinismo, el racismo y dar espacio a las organizaciones fascistas y a su ideología, con el objetivo de dividir los trabajadores y las masas populares.

El capital monopolista aprovecha también esta situación para poner bajo su control todos los sectores y aspectos de la sociedad, por ejemplo, con la privatización de los sectores estatales que trae como consecuencia un mayor grado de concentración y monopolización del capital.

Durante mucho tiempo la reacción del movimiento obrero y popular ha sido muy débil y ha estado muy dividida, por la influencia dominante de la socialdemocracia y del revisionismo. Pero en los últimos años ha conocido un desarrollo significativo, como puede verse en las grandes huelgas y manifestaciones de los trabajadores en Francia, Alemania, España y en otros países. Estos movimientos expresan también una mayor disposición de los trabajadores para tomar en sus propias manos el control de su lucha. La brecha ha crecido entre la clase obrera y los sociodemócratas, los revisionistas y las cúpulas de la burocracia sindical. En muchos países, el sindicalismo de lucha de clases o clasista ha ganado fuerza y amplitud.

Los trabajadores más avanzados se interesan por lo que pasa más allá de sus fronteras y aspiran elevar la lucha común al plano internacional. Una de las consignas que resume estas aspiraciones es: "Todos juntos contra el capital".

Las consultas sobre la Unión Europea han demostrado que en todos los países se ha desarrollado un sentimiento popular en contra del dominio por parte de las grandes potencias imperialistas. La "perspectiva europea" que la burguesía quería presentar a las masas como una alternativa, ha fracasado. Las masas se identifican en la consigna de "No a la Europa de Maastricht, no al Europa de los monopolios" y aspiran a la solidaridad internacional.

En
África

Los estados de África son estados capitalistas atrasados. Al mismo tiempo, África sufre el desarrollo capitalista y las insuficiencias del mismo capitalismo. El FMI y el Banco mundial han impuesto a estos estados Programas de Ajuste Estructural (PAS), que traen graves consecuencias en los planes económico, social y político.

En el plano político, estos programas conducen a la destabilización, a la vez que a la implosión (convulsión interna) de algunos estados, como en los casos Somalia, Liberia, el Zaire, etc.

El proletariado y los pueblos de África desarrollan luchas sociales y políticas en contra de las consecuencias desastrosas de estos programas. Durante los años 90, poderosos movimientos de emancipación política y social se han desarrollado tomando la forma de insurrecciones en algunos países como en Benin, Togo, Mali, etc. Para tratar de sofocar y desviar este movimiento de emancipación política y social las potencias imperialistas, con la complicidad de sus aliados locales, aprovechan algunas debilidades ligadas al atraso económico y político para mantener y desarrollar el etnicismo y otros tipos de conflictos, como los fronterizos, las guerras civiles reaccionarias, etc.

A pesar del nacimiento, del desarrollo y de la acción positiva de los partidos marxista leninistas en el continente, el nivel de conciencia y de organización de los pueblos sigue siendo todavía débil. En muchos países el proletariado está insuficientemente organizado. Las condiciones subjetivas presentan retraso respecto de las condiciones objetivas.

En el continente africano y en el mundo árabe, codiciados por sus riquezas y su posición estratégica, el sionismo y el integrismo son aprovechados por las potencias imperialistas y las burguesías reaccionarias para retardar la toma de conciencia de los pueblos y mantenerlos bajo su dominio. En un país como Túnez, el proletariado y el pueblo tunecinos luchan a la vez en contra del fascismo del gobierno y el fascismo de los integristas. ("El fascismo de tierra y el del cielo"). El Estado sionista de Israel, sostenido por los Estados Unidos y las demás potencias imperialistas constituye, por su intransigencia y su arrogancia un factor de opresión, de desestabilización y de guerra en toda la región y en particular en el mundo árabe.

En América Latina

La América Latina, el patio trasero del imperialismo norteamericano, resiente los embates de la crisis general del capitalismo.

Como consecuencia de la imposición del neoliberalismo, de los reajustes económicos definidos por el FMI y el BM, del crecimiento incontenible de la deuda externa, del saqueo de los recursos naturales, de la superexplotación de la clase obrera y del peso de los gastos improductivos, en el continente latinoamericano se expresan de manera incontestable los efectos de la crisis capitalista: la recesión y el desempleo, la inflación y la desindustrialización; la violación de la soberanía nacional por los imperialistas; la elevación de los precios de artículos de primera necesidad y de los servicios, lo que incide en la calidad de vida de las masas, que se debaten en su gran mayoría en la pobreza; la corrupción y la inestabilidad social y política caracterizan a las sociedades latinoamericanas.

En los últimos tiempos, la democracia representativa es la expresión del dominio del capital, pero los regímenes han institucionalizado la violencia antipopular y antinacional, y se violan los derechos humanos y las libertades públicas. El recorte de los derechos políticos y sindicales de las masas trabajadoras es una constante en todos los países.

En América Latina la crisis del imperialismo y la ofensiva anticomunista arrastraron a la socialdemocracia, al revisionismo y al oportunismo. Son fuerzas políticas en crisis, escindidas y debilitadas, que se suman a la política de concertación y pacto social impulsada por el imperialismo y la burguesía. Tienen, sin embargo, incidencia al seno del movimiento popular y continúan siendo un peligro para la actividad de los revolucionarios.

El movimiento obrero y popular de los países latinoamericanos está reanimándose; las movilizaciones y huelgas de la clase obrera, de los maestros y servidores públicos, las importantes movilizaciones campesinas, el despertar de los pueblos y nacionalidades indias y su incorporación a la vida política de los países, la activa participación de las masas en oposición a las reajustes y medidas fondomonetaristas, la lucha contra la corrupción del poder burgués, hacen parte de un movimiento de masas que cobra fuerza y perspectivas de manera progresiva.

La lucha armada revolucionaria, pese a los reveses, es una realidad, un camino vigente para la conquista del poder popular, para la revolución y el socialismo.

La existencia de formaciones marxista leninistas en algunos países de América Latina, el reagrupamiento de otras fuerzas revolucionarias y su búsqueda de caminos y líneas para la acción revolucionaria, las tradiciones de lucha de los trabajadores y los pueblos plantean el desarrollo progresivo de las fuerzas antiimperialistas, de su conciencia y su inserción en el proceso de la revolución social del proletariado.

Nuestras Tareas

Frente a la crisis actual del capitalismo, a su profundización y generalización, los comunistas y demás revolucionarios, los trabajadores y los pueblos planteamos propuestas concretas que nos permitan aprovechar la crisis para adelantar la organización de la revolución social.

La magnitud de la crisis y sus embates se sienten de manera principal sobre las clases trabajadoras y los pueblos; la crisis agudiza las contradicciones interimperialistas. Esta situación contribuye a la maduración de las condiciones objetivas de la revolución. A pesar del reflujo sufrido por el movimiento obrero y popular y de la campaña anticomunista, es evidente una tendencia al desarrollo de las condiciones subjetivas de la revolución.

Nuestra tarea central es organizar la revolución en las condiciones de la crisis. La clase obrera y los pueblos debemos canalizar nuestras actividades y luchas cotidianas en la perspectiva de la conquista del poder, de la revolución.

La revolución y el socialismo son los derroteros del trabajo y la acción de nuestros partidos, tenemos que transformarlos en objetivos y aspiraciones de las masas.

En el proceso de fusionar el socialismo científico con el movimiento obrero y popular de nuestros países, los comunistas, nos proponemos actualmente:

-- Levantar las banderas de la libertad y la democracia, de la organización y derechos de los trabajadores.

-- Luchar por la autodeterminación de los pueblos; en los países dependientes somos combatientes por la independencia nacional.

-- Organizar la lucha de los trabajadores y los pueblos por sus aspiraciones y derechos.

- Oponernos frontalmente y en todos los terrenos a la opresión y explotación imperialistas, a la arbitrariedad y la tiranía, a la corrupción.

Nuestra táctica busca plantear unos objetivos y consignas para la lucha unida de los obreros y los pueblos del mundo y desarrollar formas organizativas y de lucha.

Insistimos sobre el papel decisivo de la clase obrera, en franca polémica con quienes niegan sus características o desprecian el potencial de su organización y sus luchas. Hay que fortalecer un sindicalismo de lucha de clases. La lucha en cada país fortalece la lucha de la clase obrera a nivel internacional y viceversa. La practica de la unidad y la solidaridad internacional deben ser parte de nuestras acciones.

La socialización de la producción y la concentración de la apropiación han alcanzado niveles nunca vistos. La explotación de la fuerza de trabajo es un proceso que se lleva a cabo a nivel internacional; los tentáculos del imperialismo y sus políticas hambreadoras se extienden por todo el planeta. Estos hechos testimonian la vigencia del carácter internacional de la clase obrera, exigen redoblar los esfuerzos por luchar unidos, por enfrentar al imperialismo de manera coordinadora y desde todos los países del mundo, por impulsar a nuevos niveles la solidaridad entre los trabajadores y los pueblos, por potenciar la práctica del internacionalismo proletario.

En nuestro trabajo nos dirigimos en primer lugar al proletariado, a los trabajadores de la ciudad y el campo. La alianza obrero campesina, su forja y desarrollo en medio del combate asegura el presente y el porvenir de la revolución social en los países dependientes. Esta responsabilidad exige tener en cuenta los problemas y aspiraciones de las masas campesinas, su situación actual y las perspectivas.

La juventud trabajadora de las ciudades y los campos, la actividad entre los estudiantes, reclaman la atención de nuestros partidos para su incorporación a la confrontación de clases, para ganarlos para la acción revolucionaria. En esta tarea debemos buscar alternativas y abrir caminos, la juventud debe jugar un rol cada vez más trascendente.

Los sectores populares que se hacinan en las barriadas suburbanas de las grandes ciudades adquieren, en la actualidad, una gran importancia para la lucha social, tienen grandes y graves problemas, poseen una experiencia de lucha económica y política, forman parte de las fuerzas sociales de la revolución y deben merecer la atención de nuestros partidos.

Necesitamos tener en cuenta las luchas espontáneas de las masas y ligarnos a su movimiento cotidiano. Tanto la lucha directa de los trabajadores y de las masas en sus diversas expresiones, como el uso de los espacios institucionales en cada país y en el mundo, son válidos para lograr las conquistas reivindicativas que hemos planteado y para proyectarnos al combate revolucionario por el poder.

Debemos trabajar por participar en todas las iniciativas obrera y populares, en los eventos y luchas que se convoquen en nuestros países y en el ámbito internacional, a fin de llevar allí nuestra política y ampliar el radio de influencia de nuestros Partidos, en estas actividades debemos coordinarnos.

Debemos abrir el camino para crear un referente político que signifique una nueva esperanza para los pueblos, que sea capaz de unir a todos los que se oponen a la política imperialista, que muestre la fuerza de todos los descontentos, que demarque posiciones entre las fuerzas del progreso y la reacción; debemos trabajar por la elevación de la conciencia antiimperialista de los trabajadores y los pueblos, por la formación del Frente Antiimperialista.

La lucha por la vigencia de las libertades públicas, de los derechos humanos, en oposición al autoritarismo y la reacción, a las dictaduras, debe tener en cuenta la incorporación de otros sectores sociales y políticos, debe confluir en el Frente democrático y progresista.

Es necesario promover encuentros regionales e internacionales de trabajadores, por ramas de la producción o actividades. Discutir políticas y formas organizativas con miras a plantear opciones comunes desde la Conferencia o por regiones.

Para nuestros partidos se plantea la responsabilidad de impulsar en todos los terrenos y por todos los medios una gran ofensiva ideológica de las propuestas revolucionarias entre las masas populares. El ideal de la revolución y el socialismo debe constituir el núcleo fundamental de esa ofensiva. Es tarea de nuestros partidos desarrollar una permanente confrontación ideológica y política contra el fascismo y la reacción. Enfrentar las diversas corrientes revisionistas y oportunistas. En esta lucha cobra importancia el esfuerzo por avanzar en el desarrollo teórico, por enriquecer el marxismo leninismo, por racionalizar la experiencia del socialismo y los retrocesos sufridos y por mejorar nuestras formulaciones y propuestas políticas, sobre la base de la asimilación y defensa de los principios del marxismo leninismo.

La denuncia y la lucha contra el colaboracionismo de clase y la concertación con el imperialismo y la burguesía, el desenmascaramiento y combate de la aristocracia obrera y las burocracias sindicales, del oportunismo y el revisionismo, de la socialdemocracia, hacen parte de nuestro trabajo.

La confrontación de la clase obrera contra los ataques del imperialismo y del capitalismo le permite al proletariado adquirir más altas experiencias de lucha. En esa confrontación surgen nuevos elementos avanzados de la clase, nuevos dirigentes sindicales en lucha contra la traición de la burocracia sindical, nuevos políticos proletarios arraigados en su sector social, y también luchadores por los intereses generales de la clase en su conjunto. La movilización obrera, igualmente, posibilita al proletariado influir sobre la intelectualidad progresista que se aproxima al marxismo. Estos hechos crean condiciones para que nuestros partidos ganen a los mejores elementos obreros fogueados en esos combates, para crecer, reorganizarse, renovarse y colocarse en la dirección del movimiento.

Para la lucha en estos momentos contra el capital y contra las políticas y medidas del imperialismo y la burguesía, proponemos;

-- La denuncia y lucha contra el imperialismo, contra sus guerras y preparativos de guerras, contra la dominación a otros pueblos, en defensa de la soberanía nacional y la autodeterminación de los pueblos. La lucha contra la deuda externa, sus efectos y las imposiciones que la acompañan.

-- Enfrentar las políticas y medidas impuestas por el imperialismo, en particular:

-- luchar por la defensa de los derechos laborales, de organización, estabilidad, contratación colectiva, huelga, conquistas sociales y prestacionales de los trabajadores;

-- luchar contra la privatización y el desmantelamiento del sector productivo y de bienestar social estatal. Que no sean entregados los sectores estratégicos y los recursos naturales de la economía a monopolios privados extranjeros o nacionales, que los trabajadores y usuarios ejerzan vigilancia sobre ellos. Que el presupuesto para la seguridad y el bienestar social se incremente y el de guerra se disminuya;

-- alza de salarios y control de los precios de los artículos de primera necesidad.

-- La conquista de mejores condiciones para la lucha política democrática y revolucionaria de los trabajadores y los pueblos exige el combate por la libertad política, contra el fascismo y la derechización de los estados, contra los gobiernos antiobreros y antipopulares, por el levantamiento de programas para que el proletariado y las masas se erijan en alternativa de gobierno y de poder. Con un enfoque que nos diferencia de la burguesía, exigimos el respeto a la vida y a los derechos humanos de los pueblos en aquellos países en donde se ha implantado el terror estatal, militar o paramilitar.

-- Oposición a la degradación y deterioro del medio ambiente provocado por la explotación capitalista y en defensa del ser humano y de todas las formas de vida del planeta.

-- El combate contra el nacionalismo burgués, al cual le oponemos la defensa de la independencia y la autodeterminación de los pueblos.

-- Levantar las reivindicaciones y la movilización de la juventud, que tiene importancia decisiva en los procesos revolucionarios de nuestros países.

-- Impulsar la participación de la mujer en la lucha democrática y revolucionaria teniendo en cuenta sus reivindicaciones particulares.

Proletarios de todos los países, uníos¡

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